¡Rebajas de locura!


Publicado por Domingo Descanso para Crónicas de Villatortas del Sordete.es



    Cuando me comunicaron que debía hacer mi crónica sobre las rebajas un sarpullido descontrolado cubrió todo mi cuerpo al oír aquella maldita palabra, yo pensé que lo había superado. Os explico, la última vez que me enviaron a cubrir un reportaje sobre las rebajas fue en el mes de enero y aquella experiencia fue arrolladora.
      Me arrolló una multitud enloquecida, aunque yo pensé que levitaba; pero no era así, me di cuenta cuando aquella masa apelotonada cual “Estrella de la muerte” entraba a la velocidad de la luz poseída por la fuerza gravitatoria de aquella puerta con el cartel de “Rebajas de locura” colgando tras ella. Fue una vez que fui engullido por aquel agujero negro cuando sentí por todo mi cuerpo la inmensidad de lo que significa en toda su extensión la frase: “Rebajas de locura”.  Aquella experiencia me traumatizó mucho: tres costillas, el cúbito, tres falanges de la mano derecha, el tobillo izquierdo, una muela, amén de un cónclave de cardenales por todo el cuerpo. En resumen, un mes de baja, rehabilitación y tratamiento psicológico.
            Me resigné y le puse la condición de ir pasados unos días. Mi jefa, que aún recuerda aquel episodio, decidió ceder y dejarme vía libre cuando yo quisiese. Así que invité a Christine, la morena de ojos azules que conocí en la playa, para no enfrentarme solo ante el peligro.
            Antes de inspeccionar el campo de batalla decidimos desayunar en la cafetería del centro comercial. Mientras esperábamos el desayuno contemplábamos atónitos dos barbas en remojo intentando mojar los churros en el café, yo pensé que eran Chewbacca y su gemelo. Algunos los llaman hípsters que queda más exótico, pero no dejan de ser los barbudos de toda la vida.
            Tras desayunar nos dirigimos al campo de batalla. En la sección de complementos no había mucho movimiento, por no moverse no se habían movido ni los precios de aquellos bolsos superiores a lo que suele llevar cualquier mortal en su modesta cartera.
            Recordé que tenía que comprar unas escobillas limpiaparabrisas para el coche, así que subimos a la cuarta planta y allí estaban por dos euros menos que el mes pasado. Aprovechando que estaba en la sección de bricolaje me di una vuelta, vi unos estuches de destornilladores de precisión baratísimos made in República Popular China (R.P.C para despistar) y ya los tenía en mis manos cuando Christine me miró incrédula y disparó ¿cuántos destornilladores tienes en casa? Sorprendido en mi afán de comprador compulsivo hice recuento: un estuche de destornilladores que me compré el año pasado, el atornillador eléctrico, los del maletín que tengo en el coche, más el que me regaló mi hermano por mi cumpleaños... tienes razón, lo dejo.
            Bajamos a la sección de caballero y mientras estaba mirando las camisas algo llamó mi atención. Allí estaba mi vecina Sagrario aprovechando la oferta 3x2 en ropa interior masculina, y su hermana Angustias que al sorprenderla se llevaba las manos a la cabeza exclamando ¡Virgen del amor hermoso, pero Sagrario por qué compras calzoncillos si eres viuda!  La otra la miraba avergonzada y solo se le ocurrió decirle, no sé chiquilla es que estaban tan baratos. Bueno, trae “pa cá” esos gallumbos que se los agenciaré a mi Paco. ¡Ay, si es que no se te puede dejar sola! Al verme la pobre mujer se replegó sobre sí misma como un caracol escondiéndose en su concha, por un momento pensé que era la mujer invisible.
            Christine me dijo que quería ver algo para ella, subimos a la tercera planta y al pasar por el pasillo vimos una marea de mujeres escarbando entre una montaña de bragas y sujetadores a 15 €. De improviso se entabló una batalla entre una jovencita de unos veinte años y una ancianita que parecía la abuela de Al Capone. Todo por un tanga de color rosa chicle. La dependienta intentaba mediar en la contienda, pero la anciana no estaba dispuesta a soltar la presa. Chris que miraba sorprendida esa situación tan surrealista, se acercó primero a la montaña y extrajo una prenda, luego se acercó a la anciana y utilizando su español con acento sueco le dijo con mucha dulzura: entre nosotras, el tanga en color negro es más sexy y estiliza más la figura. Aquella anciana no lo dudó un momento soltó el tanga rosa chicle y tiró con fuerza del tanga negro que Chris sostenía en sus manos. La jovencita, a pesar de lo absurdo de la situación aún se quedó dudando de su victoria. La dependienta y yo, yo y la dependienta nos quedamos con la boca abierta como dos tontos. Chris se encogió de hombros y sonriendo nos dijo: es lo que tiene ser psicóloga.
            De momento, mi experiencia con estas rebajas estaba siendo cuando menos curiosa y más tranquila. De improviso, mi chica me tomó del brazo y me dijo que la acompañase al probador para que le diese mi aprobación.
            Al entrar a la zona de probadores nos dimos cuenta que no había nadie, al menos eso nos pareció a los dos, aun así nos dirigimos al último probador del fondo. El probador debía de ser el más grande de todos.
 Me llamó la atención que Chris sacara de su bolso su móvil y escogiera música para probarse la ropa interior. Cosas más raras tienen a veces los guiris pensé yo.  Con el "Love me like you do" de Ellie Goulding de fondo, la ropa iba dejando a la vista centímetros de piel dorada por el sol y sus ojos de un azul tan intenso como el mediterráneo se clavaban en mi de una manera especial. Aquella poderosa y sugestiva armada sueca se iba acercando a mis dominios, así que no lo pensé un segundo y decidí atacar con todas mis armas. En décimas de segundo, el combate se libraba cuerpo a cuerpo al ritmo de aquella selección de música cuya finalidad era amortiguar el sonido de aquella apasionada batalla que se estaba librando sin cuartel entre las paredes de aquel probador.
 Nunca la conquista de un territorio fue tan dulce y placentera.
            Antes de salir del probador le pedí a mi chica que esperase un momento a que cierta evidencia dejara de ser evidente, a lo que accedió riéndose de la situación. Salimos del probador, la evidencia ya era menor, pero era evidencia al fin y al cabo. Mientras mi novia pagaba yo intentaba disimular, y en estas estaba yo cuando vi salir de la zona de probadores a mi vecina Sagrario toda sofocada. Angustias le preguntaba si se encontraba bien, ella mirando a uno y otro lado respondió que era por el calor que hacía en los probadores. Chris que la estaba escuchando se reía y murmuraba entre dientes algo que yo no entendí.
            Angustias al ver todo lo que había comprado su hermana Sagrario explotó. ¡No vuelvo a venir contigo más a unas rebajas! le decía una y otra vez. Primero los calzoncillos, luego un pantalón tres tallas más pequeño, el multicortador de sandías, ahora tres fajas y un liguero. ¡Ah y se me olvidaban el navegador para el coche, el peluche, un collar y un saco de pienso para perros!  Pero hermana, por Dios y por la Virgen, si no tienes ni coche, ni perros ¿por qué los compras? Lo que te digo... ¡no vengo más!

    Bueno, en cuanto a mi suerte esta vez no puedo quejarme. Mi experiencia esta vez resultó muy gratificante, orgásmica diría yo.

 ¡Vivan la rebajas! y, por supuesto, ¡viva la armada sueca!



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Comentarios

  1. El consumismo de mierda de esta sociedad decadente. La verdad es que hay personas que son directamente idiotas.

    Aunque a mí, fuera de rebajas, de consumismo y de gente subnormal, la que me tiene loco es la morenaza de ojos azules. Madre mía que bombonazo y que suerte tiene el Domigo Descanso este. Jajaja.

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    1. Pues sí, al principio estaba desmoralizado por la experiencia en la primera playa, pero luego se me ha espabilado bastante. No sé lo que tendrá preparado para la próxima. Aunque creo que está algo confuso con eso del Windows 10 y anda como yo: con el ordenador patas arriba. Creo que se me va de pesca para relajarse un rato. Si es que este Domingo se da una vidorra que ya quisieran muchos, jajajajaja. Creo que sigue con la morenaza. Esto me parece que va en serio.

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