¿Rencor yo? no que va, los muertos no somos rencorosos







Estuve entre vosotros pero me olvidasteis como se olvida un mueble viejo en un rincón. 
Cuando el silencio de mi soledad tejía telarañas me armé con un escudo de fortaleza, una fortaleza tan frágil como el cristal que al llegar la noche se rompía en mil pedazos y que nadie me ayudaba a restaurar.

Nunca fui juez, tampoco parte de vuestras fiestas y alegrías. Me cargasteis el papel de Atlante sosteniendo el peso de vuestros problemas; de los míos fui como el faquir que traga el fuego para expulsarlo. Nunca os importó.
Y ahora ¡qué coño hacéis derramando lágrimas sobre mi tumba! En realidad no es dolor, no es más que remordimiento o simple postureo hipócrita compitiendo en comportamiento social.  Es raro, debería odiaros, maldeciros, pero no es eso lo que siento. Solo me dais pena. Vuestro egoísmo os une, hacéis una feliz familia. Os deseo mucha felicidad hasta que vuestras puñaladas traperas os separen, que será más temprano que tarde. Porque la envida la carga el diablo. Aunque no le hace falta porque ya estáis bastante cargados de ella.
Nunca esperé nada de nadie, porque el que espera se desespera, pero también se decepciona. Y yo ya me decepcioné sin esperar nada. Porque eso fue lo que me encontré: nada.

¿Rencor yo? no que va, los muertos no somos rencorosos. 

Texto registrado con Código de registro: 1606128132167

Imagen: Pixabay.com

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