La última carta para Claire (I parte).

         Miles de soldados han cruzado el río Niemen asediados por las tropas rusas, la falta de víveres y el crudo invierno ruso empieza a hacer estragos en las tropas francesas, quienes tienen que luchar contra el hambre, los síntomas de congelación, el abandono de los aliados y las tropas rusas. Para paliar el hambre sólo les queda sacrificar la caballería, con lo que el movimiento de las tropas cada vez es más lento. Hay muchas bajas en el ejército francés, cunde el desánimo entre los soldados quienes sufren en sus maltrechos cuerpos los efectos del hambre y del frío. 
En una trinchera en una localidad cercana al río se encuentra el grueso del ejército francés. Ya entrada la noche, hacen fuego para poder entrar en calor y comer lo poco que les queda. Es una noche gélida y soportar esas temperaturas se hace difícil, a pesar del fuego no logran entrar en calor, ni tan siquiera haciendo uso del fuego, ni usando los abrigos de los soldados que van muriendo a causa de las heridas, o de la congelación. Paul se encuentra escribiendo una carta a la luz de una vela. A su lado, aterido de frío, se encuentra su amigo el teniente  Jean Pierre que intenta conciliar el sueño. Se encuentra herido y tiene síntomas de congelación en brazos y piernas, al igual que Paul.

14 de diciembre de 1812

Ma cherie amie Claire:

       Perdone mi atrevimiento por tratarla con tanta familiaridad, pero en las horas que nos ocupan mi mente no tiene lucidez suficiente para hallar  las palabras adecuadas para dirigirme a tan notable dama.

Me dirijo a usted para comunicarle que su hermano Jean Pierre está gravemente herido, después de llegar a Moscú nos vimos obligados a abandonar la ciudad. El enemigo había arrasado previamente los campos y nos encontramos una ciudad fantasma. Así que, recibimos la orden de retirada pues la falta de víveres, el hambre y el frío empezaron a causar bajas importantes entre nuestros hombres. La llegada del invierno está haciendo más dura esta lucha y los hombres cada vez resisten menos debido a este duro invierno. Su hermano fue herido hace tres días  cuando nos disponíamos a cruzar el río Berezina. Tuvimos la mala fortuna de  encontrarnos con las tropas rusas, fue ciertamente una batalla encarnizada y no tuvimos más opción  que luchar a campo abierto convirtiéndonos en  presa fácil para la artillería del príncipe Kutúzov. No obstante, tuvimos la suerte de poder llegar con vida hasta cruzar el río Niemen y ponernos a resguardo de las tropas rusas; sin embargo, no tuvieron tanta suerte las tropas que aún no habían cruzado el río. No sé si saldremos de esta los dos con vida, pero por si esto no llegara a suceder quiero que sepa usted que su hermano es un oficial valiente del que puede estar orgulloso usted y toda su familia.

       Antes de terminar esta misiva quiero pedirle perdón por el atrevimiento de dirigirme a su persona para hacerle saber que estoy enormemente enamorado de usted, que si no me he atrevido nunca a comunicarle mis sentimientos hacia su persona es porque yo soy hijo de un humilde carnicero, y usted es una dama de la alta nobleza. Estoy enamorado de usted desde el primer día que apareció en la casa de mi padre cuando acompañaba  a su madre para contratar el aprovisionamiento de la cocina de su castillo. Sé que no tengo derecho a decirle estas cosas y que usted tiene muchos y nobles pretendientes, y que yo solo soy..... un simple soldado francés al servicio de nuestro emperador. Espero que esta carta algún día llegue a usted, aunque tengo el presentimiento que no volveré a ver sus bellos ojos marrones, esos que me tienen cautivo de su belleza. Me gustaría decirle tantas cosas bellas, pero el frío atenaza mi mente y me es imposible pensar con claridad, sé que le he escrito otras cartas, pero hasta ahora no me he atrevido a decirle lo que sentía hacia su persona, no me hallaba con el valor suficiente para expresar mis sentimientos más íntimos. Ni siquiera me he atrevido a contarle a su hermano lo que siento hacia usted, créame que no es fácil para un joven como yo dirigirse en esta forma a una joven de tan alta posición. Espero que al leer esta misiva no se sienta ofendida por tal atrevimiento y pueda comprenderme, no quiero que crea que soy un cazafortunas ni nada parecido, sé de antemano que no tengo ninguna posibilidad con usted. Pero en esta noche gélida, me invadió la melancolía y sentí la necesidad de expresar lo que me dictaba mi corazón.

En la esperanza de que mis palabras no le hayan ofendido,  anhelo firmemente  que al menos le haya robado algún pensamiento de cordialidad hacia mi persona, se despide de vuestra persona vuestro más fiel admirador.

Paul du Blanch Neville.

      La noche ha sido gélida, casi glacial, al amanecer  se levanta una enorme ventisca de nieve y los hombres gravemente diezmados por el frío intentan moverse, parece que los músculos no responden, intentan entrar en calor, pero Paul se encuentra enormemente débil. Toma la carta y se la guarda en el abrigo a su amigo, el joven teniente Jean Pierre, que parece haber recuperado el aliento. A pesar de que apenas tiene fuerzas, intenta animar a su amigo, pero este no puede caminar, el frío ha hecho estragos en su pierna herida, el médico acude presto pero cuando levanta el vendaje la herida tiene un feo aspecto negro...gangrena dice...¡hay que amputar la pierna amigo! Pero al mirar la otra pierna el médico comprueba con horror que también el frío ha hecho estragos
 ¡Vamos amigo tienes que seguir! le dice el teniente a Paul, pero Paul se siente cada vez peor y le pide a su amigo que le deje allí, que ha escrito una carta y desearía enviarla con un mensajero, para él es importante que llegue a su destino, pero no le revela quien es el destinatario. El teniente coge la carta y se la da a un sargento que está encargado del correo y que milagrosamente se encuentra  en buenas condiciones de salud para que pueda llegar a su destino. Luego coge una manta de un soldado fallecido en la noche y tapa a su amigo, él apenas tiene fuerzas para seguir adelante, pues a pesar de encontrarse algo mejor, sin embargo, no puede apenas caminar y el camino es muy largo; así que, le da el relevo del mando al brigada Louis Dupont para que avance con el ejército. Ellos y un puñado de soldados maltrechos y con graves problemas de congelación se quedan en las casas en ruinas que les han servido de refugio durante la noche. No pueden permitirse ser un lastre para el resto del ejército así que deciden quedarse a morir o sobrevivir y ser capturados por las tropas rusas que avanzan sin demora

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