El cuadro II

  Tras lo sucedido, Samuel decide ir al pueblo más cercano a visitar a alguien muy querido para él y que quizás podría ayudarle a aclarar esta locura.

  En la cocina la olla expréss silba sin parar. El aroma a cocido se desliza por todos los rincones de la casa. Samuel aspira lentamente el delicioso aroma. Hacía tanto tiempo que no visitaba a su abuela que había olvidado el aroma de hierbabuena en uno de sus platos favoritos...Estaba guapísima a pesar de su edad. Su pelo plateado y ondulado recogido en un moño la hacían más delgada. Sus ojos de un verde intenso aún brillaban con la intensidad de una mujer llena de vida, su sonrisa afable la hacían más bella aún. 
-Cómo has cambiado Samuel-le comenta su abuela,mirándole fijamente. 
-Si abuela, creo que he envejecido de un día para otro-se ríe abiertamente.
-Siempre con tus bromas.
-Ah, este es Germán-le presenta a su abuela.-Es un compañero de trabajo. Estamos aquí para hacer un estudio geológico sobre unos terrenos de la zona.
-Encantado de conocerla-le da dos besos a modo de saludo.
-Igualmente, hijo-mira su olla y se queda mirando a los dos muy fijamente-¿os quedáis a comer conmigo?
-Si no es molestia-responde su nieto.
-Molestia ninguna, no sabes la alegría que me da comer acompañada-responde su abuela, mientras va alegre y feliz a sacar el mantel que tiene guardado para las grandes ocasiones. 
 Germán y Samuel le ayudan a poner la mesa. Ella prepara en la cocina los cubiertos de plata que saca cuando vienen las visitas a darle compañía. Llena los platos de sus invitados hasta arriba. El aroma es delicioso, a Samuel y Germán se les hace la boca agua al ver ese plato suculento humear ante sus ojos. 
-Señora, está delicioso-le dice Germán.
-Gracias Germán, pero puedes llamarme Carmen-responde agradecida por el cumplido.
-Es verdad, abuela está riquísimo-le dice a su nieto. Samuel está emocionado. Hacía tanto que no comía un cocido tan bueno..Aún recordaba cuando iba con sus padres a pasar las vacaciones de invierno con sus abuelos. Le encantaba la comida que con tanto cariño le preparaba su abuela. 
-Perdona Samuel, ¿de qué son esos cortes que tienes en la cara y en las manos?-le pregunta su abuela.
-Pues es una historia algo extraña que quería comentarte-se pone recto como si fuera a decir algo muy solemne.-¿Conoces la casa que hay antes de llegar a la gasolinera del pueblo?
-Si, la conozco muy bien-contesta algo nerviosa.-Eras muy niño cuando te conté su historia.
-No recuerdo, ¿a que historia te refieres?
 Su abuela se levanta, lentamente se dirige a las escaleras y sube al piso superior. Al cabo de unos minutos regresa, en sus manos lleva un viejísimo álbum de fotos. Lo coloca sobre la mesa. Al ver la tapa Samuel recuerda haberlo visto, recuerda las fotos antiguas que tanto le gustaba ver junto a su abuela. Cada una de ellas tenía una historia fascinante.
 Abre el álbum y allí está aquella mujer..es ella no hay duda.
-Aquella casa perteneció a mi madre, tu bisabuela, yo tenía apenas dos añitos cuando ella murió- pasa una página y allí está su bisabuela con sus dos hermanas.
-¿Dime abuela, cómo era el bisabuelo?-le pregunta con impaciencia.
-Si no fuera porque tienes el pelo blanco te diría que eres la copia exacta de él-le responde.
 Germán y Samuel se quedan sorprendidos por la respuesta, pero más aún al ver la imagen de su bisabuelo. Es la verdadera imagen de Samuel. Samuel no puede dar crédito a sus ojos, su bisabuelo y él son como dos gotas de agua.
-Ahora comprendo todo-susurra Samuel.
-¿La has visto?-pregunta su abuela.
-Tuvimos una avería y llovía mucho-cuenta Samuel intentando recordar cada detalle.-Entré en la casa, porque oí música que parecía venir del primer piso. Subí, pero allí no había nadie. Solo un arpa lleno de polvo. Al darme la vuelta me pareció ver algo, pero no puedo explicarlo. Después al bajar vi el cuadro de ella. Reconozco que me quedé embobado.
-¿La viste entonces?-pregunta su abuela.
-Entonces noté algo frío que tocaba mi espalda y me di la vuelta-hace una pausa y bebe agua-allí estaba ella.Con unos ojos verdes como los tuyos abuela.
-Si, de pequeña mis tías siempre me decían que tenía los ojos de mi madre-sonríe con los ojos llenos de agua-aunque yo apenas puedo recordar nada, salvo por estas viejas fotos que me dejó mi tía Clara.
-Me llamó por mi nombre y me dijo que me quedara con ella.Y sentí miedo, no sé que me pasó.-se queda pensativo-No podía moverme, luego algo me impulsó a salir de allí. Intenté huir, pero la puerta se cerró y salté por una ventana grande que hay al lado de la puerta.
-Debiste llevarte una gran impresión hijo mío-le responde con cariño su abuela.
-Fíjese como sería la impresión, que cuando le vi con el pelo blanco me asusté yo-interviene Germán.
-Cuéntame que pasó con el bisabuelo.
-Tu bisabuelo era inglés, se llamaba Samuel Smith,trabajaba como contable en una empresa minera. Conoció a mi madre y se casaron al cabo de dos años de novios. Luego sobrevino la guerra y el gobierno británico llamó a mi padre a luchar por su país. Mi madre sufrió mucho. Al principio las cartas venían muy a menudo, después venían más espaciadas en el tiempo, para luego dejar de venir. Mi madre, ante la falta de noticias de mi padre, empezó a enfermar. Estaba desesperada, escribió a la embajada británica para saber algo de mi padre, pero no sabían nada. Cuando llegó el invierno recibió la peor de las noticias. Una carta del gobierno británico con una medalla al valor y el pésame por la muerte de mi padre en el frente. No pudo soportar tanto dolor, y al llegar el invierno enfermó de tuberculosis y al poco tiempo falleció. Pero su espíritu aún espera la vuelta de aquel a quien tanto amó.
-Y si volvemos a la casa, para convencerla de que debe descansar por fin-propone Germán.
-No sé si será buena idea-responde Samuel.
-Os acompañaré a los dos, si no os importa.
-Como quieras abuela.
-Entonces vamos.
 Paran frente a la casa, Carmen está nerviosa no sabe si su madre aceptará por fin que debe descansar y dejar este mundo o seguirá sin aceptar que su esposo jamás volverá.
 Al entrar un viento frío recorre la estancia. Los tres se miran con cierta inquietud. En los brazos de Carmen el álbum con todos los recuerdos de su niñez, una forma de tener a su madre cerca de su corazón. Al girarse la ve, elegante y hermosa sonriendo a los tres visitantes. Al ver a Carmen, Rosa, su madre la mira con ternura.
-Mamá,soy yo Carmen-le dice a su madre.
-¿De verdad eres tú?-pregunta mirándola fijamente a los ojos.
-Sí, soy yo tu pequeña Carmen.
 Rosa fija su mirada en Samuel, y se dirige a él.
-Has vuelto por fin-le dice.
-Sí,pero no yo no soy tu marido-responde con cierta inquietud.-En realidad,soy tu bisnieto. También me llamo Samuel, la abuela Carmen convenció a mi padre para que me pusiera el nombre de su abuelo.
-¿Entonces él no ha venido?
-No madre, el no puede venir tu lo sabes-le responde su hija.
-El me prometió que volvería-insiste con la tristeza reflejada en su rostro.
-Lo sé mamá-responde Carmen con los ojos llenos de lágrimas.-Debes aceptar que papá murió, como lo hice yo cuando me quedé sin los dos siendo tan pequeña.
-Mi pequeña, cuanto has debido sufrir-se lamenta su madre.
-Lo único a lo que me aferré durante toda mi vida es a mis recuerdos a través de estas fotos y a lo que me contaban las tías; especialmente, la tía Clara.
-Lo siento pequeña-responde su madre.-Entonces debo marcharme.He de aceptar que mi espera aquí ha concluido y que quizás más allá tu padre me estará esperando.
-Si mamá, pronto yo también me reuniré con vosotros.
-Mientras tanto cuida de mi bisnieto, es igual de guapo que tu padre.-sonríe feliz mientras un áurea plateada inunda la estancia con un brillo cegador. Después todo se queda en silencio, los tres se miran y sonríen; ha llegado el fin de tan larga espera y el espíritu de Rosa descansa al lado de su marido...

Comentarios

  1. ¡Qué turbador pero a la vez qué hermoso relato! Me ha encantado. Gracias Isabel por concluirlo. Un saludo.

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    1. Gracias, me alegra de que te haya gustado. La verdad es que estuve dándole muchas vueltas para construir la segunda parte, pero al final ayer la terminé por fin.

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  2. Vaya, ha acabado de forma sorprendente, no creía que diese este giro, solo falta Iker Jimenez con la grabadora dando cuenta del misterio. ;)

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    1. ¡Eso si que hubiera sido una buena idea!! O a Samuel y Germán en el plató de Cuarto Milenio contando su experiencia :D ¿te imaginas?

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