La trampa

Tiende su red invisible
con delicadas palabras;
música para los oídos
y licor que endulza el alma.
¡No caigas!
advierte su conciencia,
más aquellas palabras
a la prudencia doblega
y a la voluntad esclaviza.
¡No lo hagas!
pero la confianza
ya es ciega,
sumisa y esclava.
Atrapada en la red,
inmóvil y atada,
la víctima aguarda
con la ilusión frustrada
y el alma quebrada.
Allí yace inerte
sin apenas cuerpo,
ya sin nada.
En aquella maldita red
de esa maldita araña,
que de nuevo teje
buscando otra víctima
que caiga en su trampa.

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