¡Por
fin las soñadas vacaciones! .... Luís y Ana había planeado unas vacaciones en
un lugar de la costa dónde disfrutar de sus paisajes, su gastronomía, sus
maravillosos rincones y al mismo tiempo disfrutar de su deporte favorito, la
pesca. Luis había elegido ese lugar para pasar sus vacaciones porque le habían hablado
una playa cerca del faro dónde se capturaban hermosas piezas de lubinas y
doradas, y estaba ansioso por probar suerte.
Habían
alquilado un apartamento en el pueblo, un lugar hermoso, pero sobre todo
tranquilo, el apartamento les daba la oportunidad de llevar consigo a su perro,
un pequeño labrador muy juguetón llamado Rocky, al que tanto él como su mujer
solían llevar en todos sus viajes. Ese viaje no iba ser menos, así que
eligieron un lugar idóneo dónde disfrutar de sus vacaciones con su mascota, que
para ellos era un miembro más de la familia.
Llegaron
al apartamento y comenzaron a deshacer
el equipaje y colocar todas las cosas, cuando ya tuvieron todo en orden se
decidieron a dar una vuelta y cenar en
un restaurante que les habían recomendado, la especialidad de la casa era el
pescado y el marisco, y también era famoso por su excelente carta de vinos de
la región. El local estaba lleno de gente, los camareros iban y venían en un ritmo
frenético, pues era uno de los meses en que el pueblo se llenaba de visitantes,
y solía haber mucho trabajo. Luis y Ana tuvieron suerte de encontrar una mesa
en la terraza del restaurante y disfrutar de una velada maravillosa. Para
terminar de rematar la maravillosa noche de la que estaban disfrutando
visitaron un bar en la zona del puerto, un rincón muy acogedor y pintoresco
adornado con redes de pescar, conchas marinas, y otra serie de artilugios de
pesca, y en dónde conocieron a un viejo pescador muy simpático con quien
conversaron toda la noche.
Al día siguiente, se levantaron temprano y
fueron a pasear por el pueblo antes de hacer las compras, era un día no muy
caluroso por lo que el paseo fue muy agradable. Visitaron un mercadillo e
hicieron algunas compras, también visitaron un pequeño museo de arte, que les
encantó, así como la Iglesia Mayor del pueblo, que albergaba importantes obras
de arte. A continuación, cogieron el coche y marcharon a un centro comercial a
13 km del pueblo para efectuar sus compras y lo más importante comprar los
cebos para las jornadas de pesca.
Después
de una buena siesta, decidieron ir a pescar, cargaron todos los útiles de pesca
en el coche, y se dirigieron a la zona de la que le habían hablado. El faro estaba medio en ruinas, daba aspecto
de estar abandonado y la maleza casi tapaba la puerta del faro, por la noche
debía tener un aspecto fantasmagórico pensó Ana. Nada más ver el faro, Rocky
empezó a ladrar como un loco, Ana y Luis se extrañaron un poco del comportamiento
del perro, pues nunca había hecho nada semejante. Siguieron unos metros más
adelante y aparcaron el coche en una zona que habían habilitado para los
bañistas que acudían a la cala que distaba a no muy pocos metros de allí, era
el único sitio dónde poder disfrutar de un chapuzón, pues en los alrededores
todo eran rocas, así que anduvieron un buen trecho desde el aparcamiento hasta
la pequeña cala que ahora se hallaba vacía pues los últimos bañistas, un
matrimonio con dos niños pequeños ya se marchaban. Antes de colocar las cañas,
los tres disfrutaron de un relajante baño, luego fueron preparando las cañas
con sus carretes, plomos, líneas de pesca, y el cebo. Aunque a Ana le daba un
poco de asco colocar las titas y las gusanas al final, las colocaba, pero no
conseguía evitar esa sensación de repugnancia que le provocaba el cogerlos con
sus manos y colocarlos en el anzuelo.
La
tarde de pesca se les estaba dando bien,
pues ya habían caído cuatro doradas de buen tamaño, pero la noche iba
cayendo, y de improviso Rocky volvió a
ladrar como si pasase algo, Ana giró la
cabeza para ver porqué ladraba y creyó ver la luz del faro encendida. Se volvió
a dónde estaba su marido y le preguntó si no le habían dicho que el faro estaba
abandonado. El se encogió de brazos y le dijo, pues será que alguien viene a
encenderlo por la noche, para alertar a los barcos de la zona. Ana pensó que la
explicación de Luis entraba dentro de lo posible, así que siguieron con su
actividad, pero el perro no paraba de ladrar, y al volver la vista Luis observó
que las luces de abajo... también estaban encendidas, eso le extrañó, luego pensó...
y si son okupas, o chicos jóvenes que se reúnen allí en su particular botelleo.
Recogieron las cosas pues ya estaba demasiado oscuro para estar allí, empezaron
a caminar en dirección al coche y conforme se acercaban el perro ladraba cada vez
con más fuerza y no podían calmarlo. Ana se empezó a asustar, pues por allí no
se veía ningún vehículo, pensó también que se encontraban muy lejos de ninguna
edificación que hiciera pensar que por allí hubiera alguien. Rocky tiró con
fuerza de Ana y esta no pudo retenerlo y se le escapó, el perro se dirigió
hacia el faro. Ana lo llamaba, pero...... el perro no obedecía, Luis dejó las
cañas de pesca y la mochila en el suelo al lado del coche y salió detrás, Ana
que no sabía que hacer abrió el maletero del coche y cogió una linterna y salió
detrás de ellos, conforme se iba acercando sintió que las piernas le temblaban,
era una sensación ....no sé ....de miedo, el aspecto del faro con las luces
encendidas parecía sacado de una película de suspense, pensó que lo mejor era
dejar su mente en blanco y seguir tras los pasos de su marido. Al llegar a la
puerta del faro, Ana sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo,......
la puerta estaba rota, Luis llamaba a Rocky, al que sentían ladrar, encendieron
la linterna y empezaron a subir las escaleras, el estado del faro era
lamentable, lo que hacía pensar que hacía mucho tiempo que nadie iba por allí.
Ana dio un sobresalto pues le pareció haber visto la sombra de una mujer, quiso
gritar pero sentía como si se ahogase, no podía emitir sonido alguno, el
corazón se le agitaba y el miedo se apoderó de ella. Quería gritar, salir
corriendo, pero no podía...se quedó allí, inmóvil, sentía angustia. Luis la
llamó para que le siguiera con la linterna, Ana reaccionó al sentir un gélido
soplo en su nuca y salió corriendo escaleras arriba hasta alcanzar a Luis , a
quien cogió de la mano con mucha fuerza y le dijo que no la
soltase por nada del mundo, así los dos
subieron las escaleras que se les hacían interminables. Cuando por fin llegaron
a lo alto vieron a Rocky que había parado de ladrar y la luz del faro
funcionando, se acercó al perro, y al volver la vista hacia la puerta de salida
hacia las escaleras divisaron una sombra de alguien que bajaba las escaleras,
parecía la sombra de una mujer. Era imposible no haberla visto, se habría
cruzado con ellos. Bajaron a toda prisa los tres, el perro ladraba de nuevo con
mucha fuerza, llamaron pero nadie contestaba y cuando estaban ya abajo del todo
no vieron a nadie. Cogieron las cosas y las subieron al coche y se marcharon de
allí a toda prisa, estaban francamente asustados, nunca habían vivido una
experiencia similar en su vida.
A
la mañana siguiente, fueron a desayunar a un bar cerca del puerto dónde el día
anterior habían conocido a un viejo pescador muy simpático y le contaron lo
sucedido, el hombre cambió el semblante, les contó que nadie del pueblo solía
ir de noche a esa zona, pues daba algo de miedo, pero que muchos habían visto
lo que ellos.........La historia les contó se remonta a más de 50 años atrás ,
la hija del farero estaba a punto de casarse con su prometido que era un
pescador de la zona, un mes antes de la boda embarcó para trabajar en los
caladeros de Cabo Verde, y ella le prometió que todas las noches hasta que él
volviera sería ella la que encendiera las luces del faro.....te estaré
esperando de noche y de día le prometió ella. El le dijo que volvería y serían
la pareja más felices del mundo, que harían una boda por todo lo alto y que con
el dinero que tenía ahorrado y con lo que ganase pondría un negocio y no
tendría que salir a la mar y estar lejos de ella. Pero pasó más de un mes y el
barco no regresaba al puerto, y ella como le prometió, cada tarde al oscurecer
encendía las luces del faro y se quedaba allí un rato pensando en su amado. Su
padre, que era el farero subía con ella para darle ánimos, y se quedaban los
dos un hablando hasta muy tarde y así día tras día. Al cabo de cinco meses
tuvieron noticias de que el barco había naufragado en alta mar a causa de una
tormenta y solo sobrevivió el cocinero que fue rescatado por un mercante sueco.
Ella al recibir la noticia no quiso aceptarlo y siguió con su promesa, pero no
quería comer, no quería salir del faro por si su prometido volvía, y así poco a
poco se fue debilitando su salud, y una noche de invierno sobrevino una
tormenta muy fuerte y ella pasó toda la noche en el faro, al final enfermó, pero
su ya delicada salud y sus pocas fuerzas la abandonaron y falleció. Se dice que
su alma vaga por el faro esperando que su amor regrese y por eso sigue subiendo
a encender el faro. Ana y Luis se quedaron sobrecogidos por la historia, Ana le
dijo al viejo pescador que si ella llegó
a conocer, y le dijo que sí, y sacó una fotografía muy vieja en la que se podía
ver a una mujer bellísima muy sonriente al lado de un joven apuesto mirándola
tiernamente, esta es la mujer del faro dijo con voz triste....Ana se quedó
perpleja era una fotografía que reflejaba una pareja feliz y ella era bellísima, y tenía unos ojos muy
alegres, qué lástima que su historia fuera tan triste. El pescador les dijo que
la mujer del faro no era otra que su tía abuela Carmiña.
Muy buena historia, me ha gustado mucho!
ResponderEliminarMe alegro de que así sea....Tengo una historia que ya te contaré ;)
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