El pianista X. Leve sospecha 2ª parte

       Son las nueve y media, Julio y Aroa esperan impacientes los resultados de la prueba de parentesco. Aroa intenta leer una revista, pero no consigue atenazar los nervios de la espera. Pasa las páginas, la verdad es que no le interesa las revistas de la mal llamada prensa del corazón. Ni siquiera sabe por qué está ojeando la que tiene entre sus manos, quizás los nervios de la  espera. Sí debe ser eso. Julio no para de levantarse y dar vueltas de un lado a otro. Tiene los nervios a flor de piel. En ese momento, les avisan de que ya están los resultados. Les entregan un sobre cerrado. Aroa lee los resultados y le comunica a Julio que el resultado es positivo en un 99,9% lo que significa que él es su sobrino. Julio casi se desmaya de la emoción. 
    En una cafetería cercana a los laboratorios esperan impacientes Marcos y Silvia, que no paran de mirar el reloj y el teléfono móvil. Al cabo de unos minutos, suena el móvil de Marcos, resulta ser Roberto. Les indica que hay cambio de planes en el viaje a Noruega. Será Roberto quien viaje a Narvik, a ellos les ha comentado que viajen a Oslo a los archivos de la ciudad y que intenten contactar con Sigmun Vigeland, catedrático de Historia de la Universidad de Oslo que ya está al corriente de todo.  No puede decirles nada más..
      Julio está feliz y llama a su mujer para contarle la noticia. Está tan nervioso que habla atropelladamente. Al otro lado del teléfono su mujer sonríe feliz, ella sabía que su marido siempre había tenido la espina clavada de no saber a ciencia cierta quienes eran sus padres, al fin ese deseo se veía cumplido. Estaba tan cerca de su familia, que sin saberlo y de alguna manera siempre había sido parte de ella. Ahora entendía porqué cada vez que visitaba la casa para saludarles siempre tenía la sensación que de alguna manera aquella era su familia y también su casa. No se sentía extraño, allí era considerado uno más, tanto que para él Silvia era como una hermana pequeña. 
    En la cafetería y con cara de desconcierto por la llamada, Silvia y Marcos apuran el desayuno. En ese preciso instante aparecen Julio y Aroa con cara de felicidad. Marcos  se queda sorprendido.
-Por vuestra amplia sonrisa y cara de felicidad, deduzco que o bien os ha tocado la primitiva o los resultados son positivos- Comenta divertida Silvia.
- Pues lo de la primitiva ya me gustaría ya. Queridísima prima, ahora te puedo llamar prima con todos los derechos que me otorgan los resultados de este análisis de parentesco.
-¡Pero qué bien, qué alegría! Bueno no sabes lo feliz que soy, aunque sabes que siempre te he considerado como de mi familia. Vamos que para mi, más que un primo has sido siempre mi hermano mayor.
- Lo sé pecosa.
- ¡Mira que te gusta hacerme de rabiar!
- Antes de nada os hemos de comentar, que nos ha llamado Roberto y nos ha dejado un poco pensativos. Solo nos ha dicho que tenemos que viajar a Oslo y entrevistarnos con un profesor de la Universidad que al parecer está al corriente de nuestras investigaciones y que no nos podía dar más información de momento- Explica Silvia.
-Por lo que deduzco creo que debe haber problemas de última hora- Comenta pensativo Marcos.
- Por lo que decís, los problemas deben ser serios- Responde Aroa.
- Podemos hacer una cosa viajamos Marcos y yo a Oslo y vosotras os quedáis aquí por si las moscas- Propone seriamente Julio.
- No, Julio yo viajo con vosotros. Es más tú deberías quedarte con mi madre y tu familia, piensa que tienes un hijo al que cuidar. Piénsalo bien por favor. Quien quiera que sea a nosotros no nos conoce o por lo menos no a Marcos. Si es lo que sospecho tu correrías más peligro que yo créeme- Afirma convencida Silvia mirando fijamente a  los ojos a Julio. Este ha advertido en su mirada una expresión de tristeza y de temor, y presiente que en el fondo Silvia tiene razón. No sabe porqué pero esa mirada le ha provocado una sensación de escalofrío que solo había experimentado una vez. Era verano y sus padres adoptivos le llevaron de vacaciones a Laredo, estaba en la playa haciendo un castillo de arena. Estaba muy feliz, hasta que llegó un señor muy alto que se acercó y tras preguntarle como se llamaba se dio la vuelta y le dio un sobre abultado a su padre, este discutía con él. No le gustó nada que aquél hombre le hablase en tono despectivo a su padre adoptivo..¿quién era ese tipo que se permitía el lujo de tratar así a su padre?...Luego le preguntó a su padre sobre aquél hombre y le dijo que era un primo suyo de Italia, que era muy rico y que les ayudaba de vez en cuando.


     La noche cae sobre Verona, el agente Fabrizio vigila todo los movimientos del japonés. Las terrazas de los bares de la plaza delle Erbe están llenas de gente, hace una noche estupenda. Fabrizio sigue al sospechoso, al llegar a la parte trasera del Ristorante Flavio el japonés sigue hacia lo que antes era una frutería. Fabrizio no ha advertido la presencia de dos individuos que están vaciando dos cubos de basura. Parecen trabajadores del Restaurante, pero para su sorpresa los individuos le asaltan poniéndole el cubo en la cabeza y le hacen caer, lo arrastran unos metros, luego cuando le quitan el cubo se encuentra en una especie de callejón dentro de lo que parece un almacén. Allí frente a él está un individuo de unos sesenta años, gordo y con aspecto de matón de tres al cuarto... El individuo le mira de arriba abajo y hace una señal a los matones  y ordena que le revisen la documentación y aquél individuo al ver qué es policía ordenan que lo maten, pero alguien se ofrece para llevar a cabo esa orden, es la voz de una mujer. La mujer ordena que le cubran con lo que parece un saco, apenas puede verla, pero la voz le resulta familiar. Lo meten en una furgoneta oscura oye como la mujer le indica al chófer de la furgoneta la orden de llevarlo a una zona a las afueras de la ciudad. Está algo desorientado. Durante el trayecto no logra oír la conversación de sus secuestradores, pero intenta recordar la identidad de la voz femenina.  Está dolorido por los golpes, y amordazado de pies y manos. Al cabo de una media hora el vehículo se detiene y sus captores abren la furgoneta. Escucha como el chófer habla con un tercer individuo que le comenta que ha sido difícil encontrar un fiambre de las mismas características que él. Nota como entra aire en sus pulmones y al mismo tiempo alguien abre el saco y le libera de sus ataduras. Allí delante de ellos se encuentran Sophia Mazzei, Giacomo Lombardo y otros dos agentes. 
- Fabrizio tienes que desaparecer de Italia por algún tiempo. La jefatura ha pensado que lo mejor es enviarte a Canadá. Desde ahora trabajarás como agente en la embajada italiana en Canadá.
- No te preocupes por tu familia, ellos estarán a salvo y de momento no deben saber nada por su seguridad- Le advierte Sophia.
   Le dan la furgoneta y un pasaporte con toda la documentación necesaria. Le advierten que debe ir hasta Suiza y desde allí emprender destino a Canadá. Al alejarse, Fabrizio ve un enorme fuego, la furgoneta en la que antes iba maniatado está ardiendo; en su interior arde también el cuerpo de un cadáver de los que nadie reclama, de los que nadie sabe nada. Al fin y al cabo esa es su vía de escape, su pasaporte para seguir con vida.
       El Ristorante Flavio está hasta arriba de clientes, no obstante es uno de los mejores restaurantes de la zona. En el local de al lado un pequeño pub, la cosa está algo floja, aunque a decir verdad lo que se cuece en ese local está en el almacén. Las partidas de póker han comenzado. Acaba de llegar Sophia y su guardaespaldas, que no es otro que Giacomo Lombardo, ambos llevan tiempo en esto y se mueven en estos ambientes como pez en el agua. La partida acaba de empezar, el ambiente está tenso. Sophia comprueba a sus adversarios, los conoce demasiado y sabe leer en sus ojos cuando tienen una buena mano. Ella siempre juega con unas gafas oscuras, que lejos de procurarle desventaja, le proporciona la facultad de observar cada gesto sin ser descubierta. Pero esa noche tiene otro objetivo, Luigi el piamontés, el capo que hacían escasamente hora y media que le había ordenado matar a Fabrizio. Debía andar con cuidado con ese matón, pero en esa habitación hay al menos otra jugadora que tiene más motivos para hacerle morder el polvo. Se trata de Andrea di Galarzza, aunque en realidad su identidad es Daniela Milanese, la hija de un agente de policía al que el piamontés liquidó hace años cuando trabajaba a las ordenes de un individuo del que nunca se supo la identidad...Parece que ahora el piamontés vuelve a trabajar para la misma organización. Al menos eso ha podido averiguar. 
    Es tarde el piamontés ha decidido dejar de jugar, al parecer tiene una cita importante en el restaurante. Sophia observa como Andrea sale a la calle. Teme que esta cometa una estupidez y acabe liquidando el mejor cabo para tirar de la madeja y dar con el jefe de esta organización. Hace un gesto a Giacomo para que solucione el asunto de manera que Daniela salga indemne de esta. 
     Está refrescando y Luigi se coloca su gabardina y su sombrero, en una esquina está Daniela con un arma en las manos, está apunto de disparar, pero algo se lo impide. Es Giacomo que acaba de inutilizarla y ponerla fuera de juego...Afortunadamente no ha sufrido ningún daño está algo noqueada por el impacto. Fuera de sí. Sophia le propone que trabaje para ella, y que saldrá beneficiada de todo ello. Lo único que le pide es que logre información, sin aclararle que gana Sophia con todo ello. A cambio, le promete que el piamontés pagará por la muerte de su padre. Daniela mira a Sophia fijamente, Sophia puede vislumbrar en su mirada la de una niña a la que le arrebataron su infancia y le insuflaron en su corazón el mayor de los resentimientos y el odio hacia el verdugo de lo que más quería, su padre. Sin dudarlo ni un segundo, Daniela acepta la petición de Sophia. Eso sí desde ahora deberá tener cuidado, no saben a quien se enfrentan, sea quien sea conoce bien el terreno en que se mueve y deben estar alerta. Antes de irse Daniela les comenta que durante la partida de la que ella formaba parte a uno de los matones del piamontés le comentó al oído algo sobre un alemán que estaba furioso porque algo había salido mal. Pudo enterarse de eso gracias a que aprendió a leer en los labios cuando pequeña, pues debido al shock de ver morir a su padre estuvo casi un año sin poder hablar, de manera que los médicos aconsejaron a su madre enseñarle el lenguaje de los sordos, pero además de aprender el lenguaje de signos, aprendió además a leer en los labios. Fue para ella como un juego.Una técnica que le sirvió en lo sucesivo para saber todo lo que acontecía a su alrededor y que todos quisieran ocultar. Sophia se daba cuenta de que esa capacidad de Daniela era una de las mejores armas para utilizar en esta silenciosa guerra sin exponerse demasiado al peligro....no, por nada en el mundo expondría a Daniela al peligro. Ahora tenía un as en la manga para ganar esta partida, solo debía saber cuando y en qué momento utilizarlo.



     

Comentarios

  1. Comenzaste escribiendo "El piano" y acabarás escribiendo "El Padrino"...te veo venir...

    Debería de haber apostado cuando dije que harías subpartes de las partes, habría ganado!! ;)

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  2. Jajajajaja si es que no tengo remedio.

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