Peregrinaje en el tiempo


El camino ha sido largo, desde que salieron de las tierras de Irlanda hace ya algunos meses, los cinco religiosos han sufrido toda clase de inclemencias. Ante sus ojos, majestuosa y enigmática, la ciudad de Roma. Es tarde y ya empieza a oscurecer, la luz del sol se vuelve tenue y algo macilenta como la de una vela que está a punto de consumirse, el frío atraviesa sin piedad los hábitos de los cinco religiosos que algo cansados del viaje comprueban con cierta satisfacción la consecución de su objetivo: por fin están en Roma para entrevistarse con el Papa.
 No han sido fáciles estos últimos años para Inocencio II, no lo han sido ciertamente para  hacer valer su autoridad, las luchas de poder de estos años frente a los partidarios de Anacleto II le han ido pasando factura, y aunque tras el fallecimiento de éste el cisma se había dado por zanjado, lo cierto es que aún quedan ciertas tiranteces que hay que solventar.
   Ya instalados, tras un reconfortante baño, los religiosos proceden a dar cuenta de una cena ligera antes de dirigirse a un merecido descanso hasta el día siguiente. En su cuarto y al amparo de una vela, Malaquías de Armagh escribe algo en unos papeles, algo que le inquieta desde unos días. La noche anterior a su partida del monasterio de Claraval tuvo una extraño sueño o quizás fuera una visión, eran unos escudos que pertenecían a unos Pontífices que aún estaban por nombrar, a cada uno le acompañaba una imagen que los identificaba. Decidido a dejar constancia de su visión, cogió un papel y empezó a escribir todo lo que recordaba. Hasta 111 contabilizó, a cada uno le atribuyó un lema, pero ¿qué significaba todo aquello? estaba casi adormecido cuando tuvo otra visión la 112. "Petrus Romanus"  y escribe "En la persecución final de la Santa Iglesia Romana ocupará el trono pontificio Pedro Romano, que apacentará las ovejas en medio de numerosas tribulaciones; cuando éstas hayan terminado, la ciudad de las siete colinas será destruida y el terrible Juez juzgará a su pueblo". 

  Desde que hace unas semanas renunciara Benedicto XVI, en el Palacio de la Cancillería se ha multiplicado el trabajo. Una gran mayoría de los cardenales electores son partidarios de que se resuelvan ciertos problemas que ensombrecen la situación de la Iglesia en estos momentos. Monseñor de la Roca y su secretario Anselmo Boaventura, más conocido como "Fray tablet" -por su afición a las nuevas tecnologías-intentan hacer todo lo posible por esclarecer ciertos asuntos que la prensa ha ido aireando en estas últimas semanas. Movimientos de poder que tratan de influir en la elección del nuevo Papa, ciertos escándalos financieros, y otros asuntos aún más turbios a erradicar de raíz que exigen que el Tribunal de la Rota Romana trabaje sin descanso. 
   Monseñor de la Roca y Fray Anselmo, deciden pasear un rato por la plaza Campo di Fiori, próxima al Palacio de la Cancillería y tomar un tentempié en una de las terrazas. Fray Anselmo tan dado a las nuevas tecnologías no pierde un momento para empaparse de todo lo que se cuece en la red, comentarios, chismes, anuncios proféticos y demás rumores...
-Con la repentina dimisión de Benedicto XVI se han disparado muchos rumores de la identidad del nuevo Papable- comenta Fray Anselmo sin dejar de mirar una página que parece divertirle.
-¿A qué rumores se refiere?
- Mire Monseñor esta página, pero no solo es ésta, he leído otras muchas en este sentido. Con el cónclave se han puesto de actualidad las profecías de Malaquías de Armagh, que como ya bien conoce usted según las mismas con la renuncia de Benedicto XVI nos encontraríamos ante el último Papa. Según la misma, el último Pontífice lo identifica como Pedro el Romano, ¿y a quién cree usted que le atribuyen ese honor?- pregunta Fray Anselmo.
-Como si lo viera, al actual Camarlengo, a Tarsicio Pietro Bertone ¿me equivoco?- responde sin darle importancia a la rumorología popular.
-¡Efectivamente! ha dado usted en la diana y lo hacen basándose en que nació en Romano Canavesse, provincia de Turín.
- Sí, pero no hay que olvidar que no es seguro que esos escritos fueran del propio Malaquías, y aunque eso fuera así tampoco significa que se cumplan. Es más esos escritos nunca fueron aceptados como auténticos. En fin, no le de usted más importancia a estos rumores de la que tienen. Concentrémonos mejor en resolver los problemas que tenemos pendientes.
   Mientras tanto, en la plaza de San Pedro la actividad es frenética. Los medios de comunicación han tomado la plaza en un intento de transmitir todo cuanto acontece, hay mucha expectación acerca del futuro nombramiento y el rumbo que tome la Iglesia. Ya hay innumerables quinielas sobre posibles papables y, como no, las famosas profecías acerca de si este será el último Papa o no....
   Monseñor de la Roca y Fray Anselmo, deciden acudir a la Biblioteca Vaticana, de paso ver como están marchando las reuniones y averiguar si empiezan a mover algunos hilos que les permita desenmarañar el problema que tanto les preocupa. Al cabo del rato, ven a un individuo salir a toda prisa. Deciden seguirlo, y aunque corren a toda prisa tan solo ven la silueta que se dirige hacia las escaleras que dan a las catacumbas. Al bajar hay un breve movimiento sísmico y la luz se va, Fray Anselmo enciende su artilugio y le alumbra como si fuera una linterna pequeña aunque apenas ve nada, solo una densa humareda de polvo que les impide ver absolutamente nada.
- Creo que será mejor que demos marcha atrás Monseñor- propone Fray Anselmo.
- Yo también lo creo Fray Anselmo, volvamos sobre nuestros pasos.
 Al subir la claridad se hace más intensa, pero todo ha cambiado. Es extraño, pero en la Biblioteca solo hay un individuo con una vela escribiendo, lleva un hábito antiguo y al verlos se sorprende enormemente. Fray Anselmo, en un gesto instintivo esconde la tablet entre sus ropas como cuando un niño trata de ocultar un juguete nuevo ante un extraño.
El monje les saluda, lo hace en latín y Fray Anselmo nota que tiene un acento extraño. Los libros que hay en las estanterías han cambiado. Ni rastro de bombillas, ni cables, ni ordenadores...
- Monseñor, no es por inquietarle pero mucho me temo que hemos dado un salto en el tiempo.
- No diga tonterías Fray Anselmo, verá vamos a hacer una prueba.
- Acaso no ve usted que no hay ni un enchufe en la sala, ni interruptor, ni lámparas de lectura...-señala Fray Anselmo.
Aunque al principio se muestra reacio a admitirlo, lo cierto es que se da cuenta de que la estancia de la Biblioteca no tiene el mismo aspecto, es tan evidente que negarlo es una solemne tontería.
-¿Y ahora qué hacemos?- pregunta Monseñor bastante confuso.
- Ni idea- responde Fray Anselmo que no para de mirar al religioso que escribe sin levantar la cabeza.
- Al menos vamos a enterarnos a qué época hemos ido a parar- propone Monseñor de la Roca.
  Se dirige al religioso y le pregunta por la salud del Pontífice, a lo que extrañado el religioso le pregunta que Inocencio II goza de buena salud, al menos que el sepa.
- Fray Anselmo estamos en el Pontificado de Inocencio II, lo bueno es que al estar en Roma hemos aparecido en la mejor fecha. Estamos en el periodo en el que Inocencio II fue legitimado como Pontífice.
- Bueno al menos nos ahorraremos algunos problemillas, pero ¿y cómo volvemos?
- No tengo ni idea, esperaba que usted tuviera la respuesta. Como está siempre enfrascado en su tablet.
- Si pero ahora es como si tuviera un simple libro, solo puedo acceder a mis archivos y nada más.
- Ah, pero aún le queda batería a ese chisme.
- No se preocupe Monseñor, verá en el bolsillo tengo un cargador de baterías que funciona con energía solar, me lo compré hace poco por internet.
-¡Virgen bendita!, usted es un pozo de sorpresas Fray Anselmo.
 Fray Anselmo no puede evitar la curiosidad y en silencio se acerca hasta la mesa en la que el religioso escribe mientras consulta un libro. Tiene varios papeles sobre la mesa, en uno de ellos lee algo que le llama la atención... Pastor y nauta. Le hace una señal a Monseñor de la Roca.
-Es Malaquías de Armagh- dice entre susurros.
 Monseñor de la Roca se acerca con educación y le pregunta si es Malaquías de Armagh, a lo que el religioso le contesta afirmativamente. Le comenta la razón de su viaje y la preocupación por la corrupción de la Iglesia, por el hecho de que las familias más influyentes de Italia tengan poder sobre el nombramiento de los Pontífices. Monseñor de la Roca no tiene más remedio que darle la razón, y se muerde la lengua para no darle información sobre los acontecimientos futuros, tampoco de su muerte próxima en Caraval. Cuando les pregunta por su extraño atuendo, Monseñor no tiene más remedio que inventarse una historia algo disparatada. Malaquías de Armagh guarda los papeles entre el libro que está consultando y se entrega a la conversación entretenida y afable con los extraños religiosos tan cultos y divertidos, olvidándose por completo de lo que estaba haciendo. Únicamente ha dejado fuera los documentos que traía desde Irlanda y en los que recoge las peticiones que fueron el motivo de su viaje hasta Roma. Mientras hablan, alguien entra en la sala y coloca el libro en una de las estanterías de la sala y avisa a Malaquías de que Inocencio II le espera en la sala de Audiencias. Se despiden y Fray Anselmo y Monseñor de la Roca deciden en un intento de volver a su tiempo, bajar de nuevo a las catacumbas. Bajan con cuidado, casi resbala cuando otra sacudida tiene lugar y al instante las luces se encienden y al final de las escaleras ven a un joven de la guardia suiza que vigilaba el acceso a la entrada a las catacumbas está en el suelo quejumbroso y con una brecha en la frente y  algo mareado.
- Debí caer cuando bajaba a oscuras y ya no recuerdo más.
- No ha sido nada grave muchacho- le anima Monseñor de la Roca.
- Pero de todas maneras suba a que le vean esa herida- añade Fray Anselmo.
  Mientras pasean de vuelta por Corso Vittorio camino del Palacio de la Cancillería, Fray Anselmo se dirige de nuevo a la carga.
-¿Y ahora que piensa? ha visto hace un momento con sus propios ojos que Malaquías de Armagh realmente escribió esas profecías, aunque no podamos probarlo.
- Si, pero eso no indica que se hayan cumplido al 100%, de hecho en muchos de los casos hay que hacer encajes de bolillo para que coincidan el lema con el Pontífice en cuestión.
- Ciertamente eso es así, pero qué pensaría usted si esta semana entrante saliera elegido Tarsicio Bertone.
- Pensaría lo mismo que antes, no estamos ante el final del mundo, si no ante el final de una era o quizás de un ciclo...tenga en cuenta que nos encontramos en un momento de crisis en todos los sentidos y en momentos como estos el ser humano necesita respuestas a sus problemas.
- No entiendo a dónde quiere llegar.
- Fray Anselmo, amigo mío, la corrupción en todos los órdenes se ha ido infiltrando en todas las capas de la sociedad, desde los estratos sociales más bajos, hasta llegar a lo más alto, incluso se ha colado en el seno de nuestra Iglesia, y ¿qué hemos hecho? pues no mucho. Por eso hemos de empezar a tomar nota e ir haciendo limpieza antes de que el enfermo se engangrene más y entre en fase terminal. En otras palabras, debemos atajar y eliminar cuanto antes los casos de corrupción en nuestro seno y debemos hacerlo lo antes posible y sin contemplaciones, aplicar la justicia con rigor y evitar que tales hechos vuelvan a suceder jamás.
-Pues no se hable más Monseñor, y pongámonos a ello.


Nota: esto es un relato ficticio y nada más.





Comentarios

  1. Te veo muy optimista, ¿atajar la corrupción en la Iglesia? Creo que corrupción e Iglesia son dos términos difíciles de separar, desde siempre ha existido, desde el comienzo.

    Cuando veo en la TV todos los cardenales llegar en sus cochazos, cuando ves el lujo del que se rodean, cuando ves cuanta gente vive de esto te queda muy claro que esto no es más que es un mero negocio. Y en los negocios nadie está para perder dinero, solo para ganar.

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  2. Ciertamente siempre han sido más apegados a los bienes terrenales que espirituales, no sé si eso cambiará, esperemos que algo cambie....en fin todo se verá.

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  3. Muy bueno el texto aunque demasiado optimista. Y "monge" es con j (monje).

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  4. Ahora mismo lo arreglo. Falta imperdonable la mía...Muchísimas gracias por la corrección. Supongo que sí que es optimista, de momento habrá que dar tiempo para ver como se desarrollan los acontecimientos. Un saludo.

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