Estuve entre vosotros pero me olvidasteis como se olvida un
mueble viejo en un rincón.
Cuando el silencio de mi soledad tejía telarañas me
armé con un escudo de fortaleza, una fortaleza tan frágil como el cristal que
al llegar la noche se rompía en mil pedazos y que nadie me ayudaba a restaurar.

Y ahora ¡qué coño hacéis derramando lágrimas sobre mi tumba!
En realidad no es dolor, no es más que remordimiento o simple postureo
hipócrita compitiendo en comportamiento social. Es raro, debería odiaros, maldeciros, pero no
es eso lo que siento. Solo me dais pena. Vuestro egoísmo os une, hacéis una
feliz familia. Os deseo mucha felicidad hasta que vuestras puñaladas traperas
os separen, que será más temprano que tarde. Porque la envida la carga el
diablo. Aunque no le hace falta porque ya estáis bastante cargados de ella.
Nunca esperé nada de nadie, porque el que espera se
desespera, pero también se decepciona. Y yo ya me decepcioné sin esperar nada.
Porque eso fue lo que me encontré: nada.
¿Rencor yo? no que va, los muertos no somos rencorosos.
Texto registrado con Código de registro: 1606128132167
Imagen: Pixabay.com
Texto registrado con Código de registro: 1606128132167
Imagen: Pixabay.com
Comentarios
Publicar un comentario